Al ver la estrategia del BCRA de limitar la tenencia de divisas en los bancos, obligándolos a vender parte de sus activos en moneda extranjera (dólares, bonos en moneda extranjera, futuros, etcétera) y viendo que sube la tasa de interés, inmediatamente me vino a la mente el Plan Primavera.
Para los más jóvenes, en 1988 Raúl Alfonsín había decidido adelantar las elecciones al mes de mayo. Luego del fracaso del plan austral (1985) y sus diferentes versiones, la inflación volaba y el tipo de cambio volaba más rápido. Para tratar de llegar lo más calmo posible a las elecciones, e intentando ganar tiempo, en septiembre de 1988 se lanzó lo que se conoció como el Plan Primavera. Ese plan, entre otras cosas, buscaba darle certeza al mercado que el tipo de cambio se iba a mantener estable, al tiempo que subían la tasa de interés. Lo que se armó, en definitiva, fue una timba financiera por la cual se le ponía a la gente la zanahoria de una tasa de interés que podía ser negativa contra la inflación pero era altamente positiva si el tipo de cambio se mantenía estable. Puesto en otras palabras, se ofrecía una gigantesca tasa de interés medida en dólares.