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domingo, 10 de noviembre de 2013

A CRISTINA FERNANDEZ le ESPERA una AGENDA CRITICA para ESTRESAR a CUALQUIERA

Presidente Cristina Fernández con una agenda complicada retorna a la actividad
Cristina Fernández, Presidente de Argentina
Ha sido muy duro el último mes para un país que está tan acostumbrado al presidencialismo como la Argentina, aunque en estas semanas la situación de sufrimiento fue mayor para los kirchneristas que para quienes no lo son. A dos puntas, se quedaron sin piloto de tormentas y además sin su referencia de navegación.

Para el relato, Cristina Fernández es timonel y faro. Por eso, la ausencia temporal de la presidenta dejó desprotegido en primer lugar a todo el mundo K, con una derrota electoral para deglutir, el elixir del fallo por la Ley de Medios y el demoledor pronunciamiento de la Iglesia contra la desidia del Estado en la lucha contra el narcotráfico.

Lo cierto es que a toda la militancia se le oscureció el horizonte, ya que Amado Boudou no le cierra a nadie, lo ningunean dentro del propio gobierno, mientras que al kirchnerismo de a pie le da vergüenza. El resto, salvo los dirigentes de La Cámpora, resultan indescifrables y no se visualizan figuras de recambio. Daniel Scioli es intragable para los más radicalizados y del espinel que se baraja para la sucesión no hay por ahora consenso, hasta que “la señora” pose el dedo.

El regreso de la presidenta

Algo habrá de acontecer, sin dudas y en varios tópicos seguramente, aunque si al final no ocurre nada es como si hubiese sucedido algo. Por lo tanto, las expectativas son en esta charada un elemento fundamental y en satisfacerlas o no se juegan los próximos días. Se esperan definiciones clave en varios tópicos como precios (inflación), tarifas (subsidios), tipo de cambio (competitividad), reservas (drenaje), déficit fiscal (emisión) y en la relación con los organismos internacionales (endeudamiento externo), más cambios de figuritas en el gabinete nacional, en primer lugar.

Lo político será apenas cosmético, si el gobierno va a seguir siendo ejercido de un modo tan centralizado como hasta ahora. Todo lo económico no es limitativo y hace a un ordenamiento de variables que se han desquiciado desde la preeminencia de lo ideológico y por no tener en cuenta la teoría de los sistemas, confundir las correlatividades entre las causas y los efectos y no prever aquellas situaciones nocivas que se desparramaron hacia el todo.

No es raro que ocurra esto mismo en organizaciones donde la cabeza es sólo una y donde no se prevén atajos o planes alternativos. En cuanto al modo de poner todas estas cosas en circulación si hay que torcer (o aún ratificar) los rumbos, la importancia de lo que pudiere pasar tiene que ver no sólo con lo que se va a hacer, sino con el modo de comunicarlo.

No importa si se fuerzan los argumentos, se exageran algunos, se callan otros o directamente se miente y aunque el grueso de la población está entrenada para descubrir situaciones de patas cortas, siempre los funcionarios tienen la posibilidad de echarle la culpa a la maledicencia de la prensa concentrada.

Los cambios económicos

Acometer los cambios económicos que se necesitan para conseguir dólares y retrotraer los efectos del modelo ponen al gobierno en la encrucijada de tener que hacer un ajuste explícito y de acometer acciones con los organismos internacionales que signifiquen terminar con el relato del desendeudamiento. El grueso de los analistas piensa que este viraje a pleno es impensable, sobre todo porque en estos días de abstinencia de la voz presidencial, la tropa de ejecución mostró demasiadas fisuras no sólo de personalidades, sino de eventuales políticas totalmente diferentes.

No es que los periodistas imaginen estas divergencias, sino que los propios interesados rompieron con la veda informativa y se las comunicaron off the record. Así, lo que haría Axel Kicillof con los organismos no es lo mismo que propone Hernán Lorenzino avalado por Amado Boudou y lo que piensa Mercedes Marcó del Pont o Débora Giorgi no es igual a lo que proclama Guillermo Moreno. Claro que el secretario de Comercio está más cerca de Kicillof en cuestiones de regulación, pero abomina sus postulados marxistas, mientras que ambos disparan contra Julio de Vido. El clima de cabaret ha superado a cualquier vestuario conocido de Boca Juniors.

Toda esta suma de internas explícitas que se supone que la presidenta conocerá este fin de semana, naturalmente será una dificultad más para que ella encare un retorno pleno. Luego, está la situación del justicialismo, en la que Scioli y Sergio Massa se están sacando el pellejo con la excusa del presupuesto bonaerense y de los mayores impuestos, aunque con la mira política puesta en 2015.

Aunque ha trascendido que ella ya conoce la situación, la semana estuvo dominada por la decisión del Grupo Clarín de dividir sus empresas en seis unidades, dentro de lo previsto por la Ley de Medios y presentarse a la “adecuación voluntaria” a la cola de una nota que había hecho llegar a la Afsca el 5 de diciembre pasado su socio en Cablevisión (40%), David Martínez. Ahora, hay 120 días para estudiar el caso y, de aceptarse, otros 180 más para autorizar a los eventuales compradores de las unidades. Fue nada menos que Martín Sabbatella quien públicamente le dio la llave a Clarín para sumarse al proceso, junto a alguien que tres días después volvió a ser noticia, ya que el mexicano Martínez es quien ofreció comprar Telecom Argentina. Si se la venden, quedaría por saber si esa compra es incompatible con la Ley de Medios y si tiene que desprenderse de su parte en la empresa de cable, saber quién la va a adquirir.

Enfrentar las mafias de la droga

Por último, la presidenta deberá conocer sin ambages qué opina la Iglesia del “Estado”, un eufemismo que usaron los obispos argentinos para caracterizar la pobreza de la década kirchnerista en la lucha contra la droga o, dicho de otra manera, lo que no se hizo al respecto en estos diez años: “Perseguir el delito es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado”, dijeron.

Pero fueron más allá y dejaron en claro que se referían al gobierno con nombre y apellido: “Recogemos también la preocupación por la desprotección de nuestras fronteras y por la demora en dotar de adecuados sistemas de radar a las zonas más vulnerables. Lamentamos que el organismo del Estado dedicado a coordinar las políticas públicas en esta materia (Sedronar) lleve tantos meses sin tener su responsable designado”, fustigaron.

Ya de modo más general, los prelados dispararon de modo indirecto para que se haga cargo todo aquél al que le quepa el sayo y se lo endilgaron a “la voz del pueblo”, la que expresa que “a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios de la Justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos”.

En la necesidad de “tomar medidas urgentes”, los obispos expresaron su angustia para evitar que la Argentina salga del riesgo “de pasar a una situación de difícil retorno”. Para ello, hicieron un llamado a la dirigencia política y social para evitar que cueste “mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que han ido ganando cada vez más espacio”.

Es cierto que el desafío es enorme y el poder de corrupción y extorsión de los grupos criminales es grande. Pero no es verdad que “nada se puede hacer”, clamaron. En este punto, no sólo la jefa del Estado debería preocuparse por liderar el proceso, sino que toda la dirigencia debería acompañar. La grave situación es una inmejorable oportunidad para cambiar las prácticas de divorcio político que el kirchnerismo impuso cuando era hegemónico.

Hoy, tras el bajón de los votos de octubre ya no lo es y quizás la escalada del tema sensibilice a Cristina, aunque en una cuestión a la vez tan delicada no debería haber chicanas de ninguna especie, de ninguna de las partes, que retarde la acción. Con esta agenda tan poco sencilla de abordar reasume la presidenta. La idea es no recargarla, pero cómo hacerlo ante la densidad de los temas a abordar.

Hay un primer paso bien difícil que alguien deberá tomar en su entorno, que es contarle la verdad de cómo son las cosas en cada una de las cuestiones que no están como ella creía que estaban. Luego, habrá que pedirle que, con calma, tome las decisiones que deba tomar para hacer o no hacer algo en temas tan delicados. Como primer pico de estrés parece demasiado, pero así es la vida de los gobernantes.

Por Hugo Grimaldi (DYN)

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