"Nestina" |
“Cuando la batalla se convierte en farsa, la única posición digna es estar por encima de ella”. Tom Stoppard
Parodiando a Carlos Marx, muy bien podría
decirse que para el kirchnerismo los derechos humanos y Magnetto son el
opio del pueblo, un recurso para distraer a los crédulos de sus
verdaderos problemas y un modo “heroico” de eludir sus propias
responsabilidades. En efecto, cada vez que los acosa un problema
político, o económico los muchachos recurren a alguna triquiñuela por el
estilo. Es lo más cómodo, lo más inofensivo y lo que tienen más a mano.
Palabras más, palabras menos, es lo que hicieron la semana pasada
después de haber perdido cuatro millones de votos. Primero el oportuno
fallo de la Corte, después las actas militares. ¿Habrá algún otro conejo
en la galera? No lo sé, pero los magos no van a renunciar a su
condición de farsantes.
Con respecto al fallo de
la Corte, no me consta que el gobierno haya armado alguna rosca con
Lorenzetti, pero convengamos que, conociendo el paño, a todos nos
resulta por demás sospechoso que el fallo se haya hecho público dos días
después de la paliza en las urnas. El mismo argumento que usa el señor
Lorenzetti para decir que al fallo no lo dieron a conocer en octubre
para no condicionar políticamente al electorado, se debería haber tenido
en cuenta a la hora de publicarlo los primeros días de noviembre. Dicho
de una manera más sencilla: lo que vale para antes vale para después.
Fallos,
actas militares, lo cierto es que los fuegos de artificio pasan y los
problemas reales quedan. Es que las dificultades que se le presentan al
kirchnerismo no pueden resolverse con el mago, el conejo y la galera.
Con suerte y viento a favor, el gobierno llega a 2015, pero para
desgracia de todos, en 2015 los Kirchner se van pero los problemas
quedan. Por lo tanto, más que preocuparnos por un oficialismo derrotado,
habría que preocuparse por quiénes son los que lo van a suceder.
Al
respecto, lo que puede decirse es que las alternativas están más o
menos delineadas: el peronismo, a través de Massa o Scioli; una
coalición de centro izquierda al estilo de la que se diseñó en la
provincia de Santa Fe o lo que se insinuó en la ciudad de Buenos Aires;
el PRO y el liderazgo de Macri. ¿Y el kirchnerismo? O juega con Scioli,
Urribarri o Capitanich, o se vuelve al Calafate, porque ni siquiera en
Río Gallegos es bien recibido. De todos modos, en cualquiera de las
variantes mencionadas, el kirchnerismo -tal como lo hemos conocido-
desaparece del mapa, porque ninguno de esos candidatos o de los que
pueden insinuarse en el horizonte está en condiciones o tiene deseos de
sostener un relato en el que creyeron en su momento por crudas razones
pragmáticas. Lo dije en otro momento y lo repito ahora: el negocio
político de los Kirchner empieza y termina con ellos mismos. Ella y Él
nunca miraron más allá de su ego y su bolsillo. Problemas de sus
seguidores si creyeron en el embuste de los derechos humanos y la causa
nacional y popular.
De 2013 a 2015, pueden
cambiar algunos nombres, nunca se debe descartar algún hecho inesperado,
pero en lo fundamental los actuales alineamientos tienen muchas
posibilidades de sostenerse. Sobre este cuadro de situación, una de las
preguntas a hacerse es la siguiente: ¿cómo intentará el peronismo
sucederse a sí mismo? Los nombres pueden variar, pero la constante será
la de presentarse ante la sociedad como una propuesta política moderada,
republicana, pluralista y apegada al libreto que ya conocemos: hay que
hacer lo que la gente quiere con los mejores modales posibles.
En
ese peronismo renovado, habrá lugar para que aterricen todos los
kirchneristas que no se expusieron demasiado. Como suele ocurrir en
estos casos, a nadie se le hará análisis de saliva, entre otras cosas
porque los principales titulares del nuevo rostro son los que están en
menores condiciones de exigir pureza. Además, habría que preguntarse si
exhibir un pasado de menemista, duhaldista y kirchnerista, pasando por
todas las variantes menores, más que una falta no es un título de honor
en el peronismo.
¿Podrá el peronismo ofrecer
algo interesante -o por lo menos eficaz- con los mismos dirigentes que
participaron con entusiasmo en cada una de las experiencias del pasado?
Personalmente no lo creo, pero debo admitir que esa posibilidad nunca
puede descartarse de antemano, sobre todo si en la vereda de enfrente
los que deben preocuparse por construir una alternativa creíble no lo
hacen o lo hacen mal.
No sé si en política todo
es posible, pero la experiencia me dice que se trata de un campo en el
que pueden pasar muchas cosas, incluso las que a uno no le gustan. Que
el futuro muchas veces se forja con la madera del mismo palo, es un
ejemplo que la historia nos brinda con frecuencia. A Juan Manuel de
Rosas por ejemplo- no lo derrotaron sus enemigos unitarios, sino un
caudillo federal que fue su brazo armado en el litoral. Alberdi se
entusiasmó enseguida con Urquiza y se puso a su disposición, pero Mitre y
Sarmiento fueron más reticentes al principio y luego lo confrontaron
abiertamente, algo que, dicho sea de paso también hizo Alberdi años
después.
Más allá de las originales vicisitudes
históricas, lo que importa señalar en este caso es que a Rosas lo
sucedió alguien forjado en las entrañas del rosismo. Conocedor del alma
humana, Urquiza no se fastidió porque los gobernadores rosistas no lo
acompañaron en el pronunciamiento contra Rosas, del mismo modo que
tampoco se asombró demasiado cuando después de Caseros todos corrieron
hasta San Nicolás para demostrarle afecto y sumisión.
De
leales adhesiones dispondrán Scioli y Massa de parte de quienes hasta
hoy le juran amor eterno a los Kirchner. ¿Está bien o está mal? Ni bien
ni mal, así son las cosas; por lo menos así lo son en el peronismo.
Conclusión: es una posibilidad cierta que el peronismo suceda al peronismo con todos sus vicios y lacras, pero también con todas sus redes de intereses y su notable capacidad de adaptación a los nuevos ciclos de la política. A la inversa, tampoco puede afirmarse a rajatabla que la Argentina que vendrá en el 2015 será fatalmente de signo peronista. Si el peronismo se divide en tres facciones; si en estos dos años hunde al país en el caos, si la lucha interna se descontrola y empiezan a quemar féretros en la vía publica, es muy probable que la sociedad opte por alternativas no peronistas.
Para que ello ocurra, deben pasar muchas cosas; entre otras, la constitución de un polo opositor que en primer lugar sepa resolver con inteligencia y madurez sus candidaturas. Los opositores deben saber que la política repele al vacío y que lo peor puede ser sucedido por lo “más peor”, si los que tienen la obligación de hacer algo diferente no lo hacen. ¿Y los programas? No es ése el tema que hoy divide a los opositores, por el contrario, los problemas que hoy los dividen provienen de apetencias personales, comprensibles en algunos casos, pero destructivas cuando su exacerbación pone en juego la posibilidad de un proyecto político trascendente.
La oposición no peronista debe
unirse porque esa unidad además de política es social, es decir que
expresa las necesidades de amplios sectores populares. A esa unidad hay
que hacerla porque es lo que reclaman los votantes, pero sobre todo
porque es la única manera de ganar. Por lo tanto, el desafío principal
que hoy reclama la política consiste en encontrar la fórmula adecuada
para seleccionar candidatos en un escenario tan cambiante y complejo. En
todas las circunstancias, una oposición que merezca ese nombre debe
saber que la unidad no se hace con los que piensan igual, sino con los
que piensan diferente y provienen de experiencias diferentes. Y la
unidad se hace admitiendo incluso los riesgos que acarrea. Reiterar el
sectarismo, las variantes narcisistas de quienes se creen elegidos por
los dioses, significa repetir la penosa experiencia de 2011, con las
consecuencias fáciles de imaginar.
Fuente: Diario El Litoral - Rogelio Alaniz / ralaniz@ellitoral.com
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