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viernes, 20 de diciembre de 2013

PREOCUPACION

Los “festejos” en la Plaza de Mayo por el "Día de la Democracia" al mismo tiempo que arreciaban los saqueos y todo tipo de agresiones en Tucumán, con muertos incluido; resultaron una verdadera ordalía del absurdo. Pero sirvieron para azuzar aún más a la población en contra de la autoridad constituida, indignada por ver el “baile” de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner mientras gente desesperada intentaba defender lo suyo en algunas provincias.
Imagen preocupante: CFK de festejos y en Tucumán saqueos y muertos
Obviamente que la preocupación se convirtió prácticamente en una psicosis. Hay miedo. Un miedo casi hiriente, silencioso, vergonzante en algún sentido.

Debo decir que estoy preocupado. La cosa está complicada y no me parece que estén intentado corregir u orientar las políticas a corregirla.

No veo para nada algún intento de modificar el rumbo, sino más bien un empecinamiento casi ridículo.

Los cortes de energía eléctrica han venido a complicar aún más el panorama. Un panorama claramente muy complicado desde la semana anterior con los saqueos en algunas provincias y la absoluta y total negligencia inicial del gobierno central.

Los “festejos” en la Plaza de Mayo al mismo tiempo que arreciaban los saqueos y todo tipo de agresiones en Tucumán, con muertos incluido; resultaron una verdadera ordalía del absurdo. Pero sirvieron para azuzar aún más a la población en contra de la autoridad constituida, indignada por ver el “baile” de la presidenta mientras gente desesperada intentaba defender lo suyo en algunas provincias.

Obviamente que la preocupación se convirtió prácticamente en una psicosis. Hay miedo. Un miedo casi hiriente, silencioso, vergonzante en algún sentido.

Nadie parece querer asumir plenamente que acá puede pasar cualquier cosa. Y que esto no es broma.

Todo el mundo sabe de las “zonas liberadas” que a diario se denuncian. Todos saben que muchísimos delincuentes están sueltos por complicidad o desidia de las autoridades. Todos están contestes de que ni la policía, ni la gendarmería , ni la prefectura son suficientes si las hordas se desatan. Ya ha pasado. Ya lo vivimos.

Nuestra dirigencia política parece estar en el limbo. Desde las reuniones periodísticas diarias de Capitanich, hasta el silencio de radio de un Kicillof que de golpe parece haber comprendido que es mejor callarse antes que luego tener que desdecirse, como le pasó con Repsol. De la nueva ministra de seguridad ni noticias. El ministro del interior y transportes ha virtualmente abandonado la primera parte de su título y sólo se ocupa de explicarnos lo que está tratando de hacer con el sistema ferroviario. El ministro De Vido intenta explicar el por qué y el para qué de los cortes de energía luego de 10 años de haber despotricado contra los ex secretarios de energía que anunciaban la crisis del sector. La presidenta realmente no se sabe muy bien en qué está.

Los gobernadores, al menos algunos, han intentado llevar tranquilidad a la población diciendo que están ocupándose de la seguridad para el caso de saqueos. Pero, claro…qué cosa es ocuparse. Porque mientras desde diversos sectores de la política casi está justificado que la gente robe comida, desde las usinas del poder se sigue practicando la proverbial búsqueda de culpables.

La Argentina vive en la anomia desde hace ya varios años. Acá todo está permitido. Cortes de calles y rutas, cortes de puentes (incluso internacionales), usurpación de espacios públicos y privados. Tomas de colegios, destrucción de templos religiosos, establecimiento de santuarios en plena calle para recordar víctimas. Individuos enmascarados y con gruesos palos bajan de ómnibus escolares en plena 9 de Julio a la vista de todo el mundo. Y la policía acompaña y protege los vehículos que transportan barrabravas, al punto que ni los peajes pagan.

Desde la penitenciaría los presos salen con permisos especiales o simplemente se escapan. Y la dirección penitenciaria incluso promueve salidas para fiestas o vaya uno a saber para qué.

Los barrabravas son protegidos y utilizados en diversos menesteres. Y sus fuentes de ingresos son diversas, todas ilegales y que significan un abuso de derecho sobre la población entera. Acá se sigue haciendo la vista gorda con los llamados “trapitos”, que extorsionan a todo el mundo con el consentimiento de las autoridades. Sean policiales, de gendarmería o judiciales.

Las villas de emergencia crecen de manera galopante. Cuentan con servicios de electricidad, agua, telefonía y hasta una línea de subterráneos sin que nadie pague un peso por nada de ello.

Todo lo ilegal acá está permitido. Ni qué hablar de los gobernantes, cuyo prontuario se agranda día a día y sólo buscan destituir jueces y fiscales, o “entongarlos” para que se demoren con las investigaciones hasta que la cosa caiga en vía muerta.

Los autocalificados “intelectuales” del actual régimen político, intentan justificar mediante verdaderas atrofias lingüísticas lo injustificable. Pretenden, supongo, hacer lo que antes se llamaba “foquismo”, porque otra no se entiende. Entrar en el partido gobernante para luego llevar adelante sus puntos de vista es, tal vez, su apuesta. No sé si es así, pero si lo es, es una verdadera patraña, porque la población que vota a estos partidos políticos no quiere la sarasa de un Forster o de un González.

Desde el poder político, se ha degradado todo. La Justicia no puede o no quiere investigar a fondo las corruptelas de funcionarios y empresarios socios del sistema. Mediante decretos o leyes votadas de apuro, se han confiscado empresas, el banco central y los fondos de los jubilados. Nadie puede garantizar nada en la Argentina. Cualquier cosa es posible y justificable para estos gobiernos.

Por eso estoy preocupado. Creo que no está viéndose en su verdadera dimensión el drama que estamos viviendo. Sería bueno recordarles a nuestros gobernantes que cuando la vejación se desata y se descontrola, nadie puede asegurar que está a salvo. No lo está, en realidad.

Las medidas que supuestamente habrían de tomarse con los cambios producidos en el gabinete no pasaron de ser tibios anuncios procedimentales. Absurdos esquemas de control de cambios, de precios, de márgenes de ganancia y cosas así. Puro chiquitaje. En materia social, de administración, de gestión; nada. Ni una palabra.

¿La inflación? Bien, gracias. Y precisamente ese fenómeno, provocado por la increíble desidia del gobierno, es el principal factor de destrucción del orden social. Se ataca ahora con un nuevo impuesto a los automotores, lo cual provocará seguramente una merma importante en el mercado del rubro. Como antes pasó con la construcción. O con el trigo. O con el maíz.

Espero equivocarme y que mi preocupación sea sólo un mal presagio. Espero equivocarme también el año que viene. Porque, suponiendo que este fin de año la cosa no pase a mayores, el deterioro es evidente, y el año próximo también terminará.

Por Héctor Blas Trillo para Pregón Agropecuario

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